Subiendo
peldaño a peldaño la inmensa e imponente escalera, en cada uno de los
movimientos que doy me acerco al cielo, lo cual pudiera de cierta manera
tomarse como algo “lindo”, sin embargo, mientras más se acerca uno a las nubes,
más se aleja de la firmeza y seguridad de madre Tierra, coexisten a la vez dos
perspectivas en el mismo acto, estas dadas por el mismo accionar, sumado a ello
las interpretaciones que de la acción ejecutada puedan desprenderse de la mente
inquieta de ustedes que justo ahora imaginan la escena y reflexionan sobre
ello, al paralelo de la lectura.
La
marcha vertical continúa, el viento besa mi mejilla, parece ser que conoce mi
gusto por la cercanía y el contacto, el suelo se encuentra ya desaparecido,
solo dos peldaños más, los cuales tembloroso piso, para finalmente encontrarme
sobre la plataforma.
Desde
ese punto privilegiado cuento con la posibilidad de observar el mundo entero, o
por lo menos lo que respecta al tercer planeta del sistema solar, en el primer
vistazo me es posible ya saborear las uvas del valle de Napa, giro un poco la
cabeza y mis ojos se congelan con la ausencia de sol de Juneau, son las luces de
Praga las que finalmente captan mayormente mi atención; observo como una a una
las ventanas pasan del ambarino esplendor que señala intensa actividad, hacía
negrura total que indica que los que allí habitan se encuentran ya en la
travesía hacía el terruño onírico; inspirado por ellos decido hacer lo propio,
tomo dos trozos de nube que harán las veces de almohada, polvo de estrellas se
extiende sobre mí para encargarse del cuidado del calor de mi cuerpo.
Tres
siglos duró la siesta, el panorama que al despertar observó se encuentra
totalmente en disonancia con los recuerdos que la noche previa puede almacenar
en mi memoria.
Erguido
sobre la plataforma realizo un recorrido total con mis ojos, no encuentro
vestigios de civilización alguna, al charlar con el sol me comenta este que no
existe alguna razón especial para que se hayan ido: tus hermanos simplemente
desaparecieron.
Decido
al fin emprender el descenso, es regla innegociable que este ha de hacerse
mediante un salto al vacío. Respiro profundo, cuento hasta las tres, y al fin
doy el salto cuasi eterno.
Con
el golpe que recibo al hacer contacto con el suelo mi cráneo se despedaza, mi
mente no dará para más, solo hay que esperar treinta y cinco segundos para que
toda actividad intelectual cese, antes de que el temporizador llegue a su fin,
rescataré lo experienciado, tal vez en otro despertar exista oportunidad de
compartirlo.
«Soñar es experiencia vital, misterio del alma y del mundo, imagen poética de nuestro vivir en medio de la fantasía, la esperanza, el miedo y el deseo. Por eso, vida y sueño se entremezclan, y ninguno de los dos es totalmente ilusorio, mucho menos totalmente real»
ResponderEliminar“No existe alguna razón especial para que se hayan ido”; la transitoriedad y la muerte dos temas para reflexionar.
Saludos
¡Gracias Jesús por tu comentario!; como bien lo mencionas, el soñar un misterio total donde confluye lo mágico con una serie de emociones propias de la condición humana, que sin ya las defensas presentes en vigilia, se liberan en el mundo onírico y se quedan grabadas al hermanarse este con la tan subjetiva "realidad".
EliminarMe dejas también dos puntos interesantes sobre cuales seguir soñando:). Saludos