Don
Marcial, afanoso jugador de cartas esbozaba senda sonrisa en la madrugada en la
cual ocurrió su historia, después de embolsarse ciento treinta y cuatro pesos,
beber casi dos litros de aguardiente y engullir tres platos de caldo de res que
ofrecían como merienda a los clientes de la cantina, dirigióse por la calle
principal del pueblo hacía el cuadro, tres calles adelante doblaría a la
izquierda, atravesaría una brecha y toparía con la puerta del corral, para
finalmente entrar a casa y zigzaguear hacía la cama, en la cual permanecería
hasta las cuatro de la tarde; ya a esas alturas del día tomaría lugar en la
mesa y bebería dos platos de caldo de gallina, acompañados de tortillas de maíz
y agua fresca de avena.
Mas
en esa madrugada, las propias cartas de vida que habían de formar parte de la
mano que jugaría Don Marcial, pareciera se encontraban marcadas.
En
la banca que se encuentra a un costado del atrio de la Iglesia encontró Marcial
a Concepción, el rostro de este lucía demacrado, los dos años bajo tierra
habían hecho efecto, le descubrió también un tanto atiriciado, esto debido a la
posición erguida guardada por veinticuatro meses en el cajón, también pudo
darse cuenta que la colonia que habitualmente usaba su amigo tenía un toque de
agua santa y dos matices de vapor de cirio pascual.
–Cierto es que se vive bien arriba, más
no hay como el pueblo para seguir de juerga–señaló
concepción–.
–Me hablas de juerga Concho, si que soy
sabedor de esos menesteres, esta jornada ha sido de las “buenas”, traigo una
racha que ni el mismo patas de cabra se metería conmigo.
–Si qué extraño eso de las parrandas
Marcial, ora pues, ¿no trairas un bulecito relleno de agua de cañita?
– ¡Traigo y doy! –.Gritó efusivamente a la vez que extendía el licor a
Concho–.
Fue
así como retomó la fiesta Marcial, y fue así como Concho le acompañó; Marcial
sacó del morral el mazo de cartas, iniciaron las lides, pactaron jugar a ganar
dos de tres.
La
sota nunca llegó, el caballo hizo presencia tres naipes antes de lo esperado,
la suerte fue echada y la apuesta se cumplió.
Concho
ahora duerme en blanda cama, ha dado órdenes de ser despertado hasta las tres
de la tarde, pidió cambiar el caldo de gallina que sería servido en la comida
por ropa vieja, el agua de avena por jamaica y las tortillas por gordas
gruesas.
Marcial
descansa ahora en el lote 25, sección B del camposanto, habrá que esperar un
año para ver si en el cubilete logra tener revancha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario