“D”, de Doodles y
Daiquiris
Por Orfil Aguilar
Hoy se celebra, en todo el sentido de la
palabra, para los amantes de su obra, el nacimiento del gran Ernesto Hemingway.
Escritor multilaureado, dueño de una
impecable prosa y una identidad, presencia, imagen y personalidad avasalladora.
De temperamento intenso y carácter fuerte,
variables ambas, que al combinarse, ponen en el plano del mundo al gran
emisario de la llamada generación maldita.
Además de muchos puntos, que decido no
enunciar, el simple hecho de ser ganador del Nobel en 1954 y la inspiración que
para tantas “plumas” brillantes venideras resulto ser, le bastarían para que
toda una nación se sintiera orgullosa de él, como pasa en mi México con lo
concerniente a Paz, sea o no del agrado lo que a sus letras respecta, lo es,
como figura nacional.
En ese país, donde Ernesto nació, existe
desde hace años una compañía que es, también, figura mundial, en lo que a
tecnologías e información se refiere, posicionado como el buscador líder, tanto
es así, que en la cotidianidad de las palabras, es ya del uso común el termino “googlear”
para referirse a la tarea de llevar a cabo una búsqueda en la inmensa red de
redes.
La vasta obra de Hemingway no es producto de
musas descendientes de Baco, que dicho en prosa pura (como esa que amaba
Ernesto) significa que su obra no es producto de largos días y noches con una
maquina de escribir al frente y cientos de tragos consumidos alrededor, basta
darse una vuelta por “Paris era una Fiesta”, para constatar ello, explícitamente
recomendaba, y vivía acorde a la recomendación de no embriagarse para escribir,
o no escribir embriagado.
Cuando se lee “Por quien doblan las
campanas” y “Adiós a las armas” se hace posible conocer el lado humano del
escritor, humano en el sentido global de la palabra, a ese que le duele la
muerte, la guerra, que ama, que sufre, que es capaz de saber que un para
siempre puede tratarse de solo pocos días, sin llegar siquiera a completar la
semana; las ideas libertarias y en pro de la autonomía de los pueblos se
revelan en los citados libros mientras cuenta la historia de sus personajes,
apasionado de los débiles y defensor de las guerrillas, no tanto por su carácter
belicoso, sino por saber que las acciones beligerantes emprendidas por grupos
humanos son consecuencia de largos historiales de opresión. Por eso no le
interesa saber por quien doblaban las campanas (es decir anunciando misa por
muerte de alguien), sabedor de que hoy es por uno y mañana será por otro, ni
siquiera por el egoísmo y temor de sentirse uno el próximo morador de un ataúd,
cuando bien vaya, en las condiciones en la que las guerras de desarrollan.
La figura del genio evolucionó y alcanzó un
despertar, tomada por sus coterráneos como rebelión, después de Europa decide
partir a Cuba, sabía que ya no le era ambiente propicio y congruente lo que en
la atmosfera Estadounidense reinaba.
Allí bebía sus daiquiris en el famoso
Floridita, no solo dedicado a echar tragos, hay muchas cosas más que allí
realizaba, existen textos y filmes sobre dicha fase de su vida, que si el lector
desea puede consultar.
Se hermanó con Cuba y su revolución, con el
deseo de libertad y el hartazgo de la opresión, por ello la compañía reina de los
buscadores, quizá lo haya olvidado para
su doodle de hoy.
Si en México tuviéramos un buscador con la
presencia que tiene Google, seguramente todos los 31 de Marzo colocaríamos en
la página inicial al autor del “Laberinto
de la Soledad”.
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