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martes, 14 de octubre de 2014

Hilo negro para el desayuno

Con su Olivetti Studio 46 se instala en la mesa del balcón del “Desayunador Ramírez”, le es servido un vaso con leche tibia y él mismo agrega un poco del café pequeño –es como gusta de llamar al espresso, incluso nunca ha preguntado su nombre correcto– que le colocan a un lado.

Cuando la camarera se acerca para corroborar la orden habitual, él asiente con una sonrisa y repite la indicación de casi todas las mañanas, solicitando en ella que dos tercios de la carne se cocinen a punto medio y el restante a tres cuartos, manías de viejo, se dice a si mismo; acto seguido dirige la vista al parque situado bajo la plaza comercial de la cual el restaurante forma parte.

Observa sobre una banca a una niña que da sorbos gustosa a un líquido oscuro coronado con capas de un líquido semiblanco y de consistencia viscosa, el encontrarse enfundada en uniforme del cole indica que ha salido antes de la hora común, ya sea porque la madre que espera paciente a su lado tenga algún asunto importante que atender, o porque el circulo docente haya tenido nuevamente diferencias con las autoridades que llevan a cabo la función directiva del plantel.

A nueve metros de ellas se ve a un chaval que ronda los dieciséis, pantalón azul de mezclilla y camisa blanca parecen ser atuendo popular en chicos de su edad, dado que si se hiciera un conteo en este justo momento de los jóvenes que deambulan por las calles que rodean el parque e incluso sobre de éste, contaríamos no menos de veinte que lucen de manera similar, este fenómeno pone a pensar al hombre que sigue sin sacar su maquina del maletín, reflexiona sobre el cómo es que a esa edad se busca tanto la identidad, autonomía e independencia, y al final se sale a las calles triunfante por haberla al fin alcanzado, aunque cuando se emprenda la marcha triunfal, esta se haga siendo parte de una masa infinita que cubre de azul las piernas y de blanco el pecho.

Saca al fin la maquina de escribir, cree haber atrapado la historia del día, tal vez de la semana, incluso puede ser que dicho tema brinde inspiración para todo un año de letras, justo cuando va a poner título a su ensayo hace una pausa, sus pensamientos y reflexiones son interrumpidos por los que sobre la avenida 4 circulan; ve que no solo son los púberes quienes se uniforman para marcar su crecimiento, se da cuenta también que los adultos visten de traje, que usan corbata y que asisten en ciertas horas a un trabajo, todo ello para dar fe a que el rito iniciático que les transforma en “hombres” ha sido cumplido; nota en la esquina de calle 2 y avenida 4 a un grupo de mujeres, también ellas han perdido esencia, mas allá de vestir con falda o pantalón llama su atención que se enfatizan como mujeres colocando polvos en su rostro, objetos colgantes en sus orejas, líneas trazadas con un lápiz en sus ojos y labios.

Después de contemplar lo descrito decide abortar su texto, de un suave tirón arranca la hoja de blanco papel del rodillo de la  Studio 46, hace un avión con ella y éste aterriza en la cabeza de la niña que con el último sorbo da fin a su mezcla de hielo, vainilla y leche condensada, segundos antes de emprender con su madre la marcha hacía la casa del tío Manuel.

1 comentario:

  1. Excelente Maestro.... Ya le dije que me traslada al lugar y a visualizar los personajes... Fantastico

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