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martes, 17 de junio de 2014

Pelota de papel

Canta una canción de cuna eterna, sus manos ejecutan acordes invisibles en un ausente violín, varias son las horas en que repite una y otra vez las mismas piezas, cuando el cansancio es mucho o el espacio en la vejiga poco, la pausa llega.

Un jugoso banquete le espera, la silla de cartón sobre la que deposita sus enormes nalgas semicubiertas con fragmentos de harapos se encuentra lista para darle alojo, el cubierto va sin costo, cortesía de los vecinos.

La cuota de hoy no ha sido cubierta, habrá que fingir dos horas más que se lee la mil veces vista página de la revista de espectáculos, posiblemente en ese lapso un hombre hervido en vapores del néctar proveniente del agave despierte sus niveles libidinales y busque dar rienda suelta al deseo carnal.

El peatón ciento veintitrés de este día ha dicho que no, son pocos los que responden afirmativamente, el cajón de madera, herencia del tío Carlos, ha recibido solo tres suelas el día de hoy, darse un trapazo’ es un lujo, los muchos con tiempo carecen de fondos, los pocos con fondos añoran el tiempo.

Un colegial y su polola se refugian en las penumbras, las cuales inician a esparcirse sobre la mayoría del espacio físico, de miradas pasan a besos, de besos a caricias, después de ello las manos escurridizas recorren partes del cuerpo que son intimas y que sin embargo se tocan continuamente en vía pública, finalmente vuelven a las miradas, no ya entre sí, ahora los ojos se aguzan alrededor, evitando el feroz ataque de los que a la ley representan, y que, ansiosos están de despojarlos de sus cuarenta y siete pesos, aquellos que celosamente han guardado para la ida al cine.

Depuesta sobre el piso se encuentra la novedad en lo que a importaciones se refiere, útil para el niño, la niña, el ama de casa, y, por supuesto para el jefe de esta; un humano barrigón danza en corto espacio con la finalidad de lograr captar la atención de los clientes potenciales, su estrategia persuasiva tiene un cierto grado de éxito, un corro le circula y la función da inicio, mucho mas fluido que los insomnes comerciales de media hora, resulta el spot publicitario orquestado por nuestro fornido amigo; las risas, aplausos y choques de manos son muchas, ello abre la esperanza, parece ser que hoy si regresará a casa con el inventario vacio y los bolsillos llenos, el tiempo desvanece la utopía y se encarga de aterrizarlo en el mundo real, los clientes potenciales fueron más bien paseantes con agenda floja, a los cuales daba igual observar la exhibición del articulo “maravilloso” que la función circense que se suscitaba a la par al doblar la esquina, o prestar oídos a las proclamas de una peculiar mujer con megáfono a cuestas y con mensajes apocalípticos que eran amplificados por este.

Finalmente se observa a un tipo, sentado en una banca y acompañado por dos adultos mayores, tiene un lápiz en la mano derecha, libreta de taquigrafía en la izquierda, estuvo tomando notas y ha decidido marcharse, sabe que lo observado sucede cotidianamente, pese a que pocas veces se pongan los ojos atentos a ello, guarda en la mochila la libreta, en la mente las ideas, los fragmentos de texto lucen desordenados, algunos dibujos fueron colocados al margen de las páginas, las reflexiones son confusas, por todo esto arranca las páginas, hace una pelota con ellas serán tiradas en el cesto de la basura; al final las coloca en la bolsa frontal del abrigo, habrá que conservarlas, aunque no sabe aún para que, dado que siendo honestos …


¿A quién le podrá importar que alguien escriba siete microhistorias que se suscitan en el centro de una ciudad donde se desarrolla continuamente la vida humana?

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