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martes, 13 de junio de 2017

Númeritos

30.27, los noventa y siete kilos que su cuerpo de ciento setenta y nueve centímetros cargaba cada día empezaban a generar estragos en sus rodillas, cremas antiinflamatorias, compresas, hielo y sobadas de fin de semana ya no resultaban reparadoras, el dolor era cada día menos tolerable.

30.27, cálculo obtenido que lo ubicaba en el rango I de obesidad según los estándares de las distintas organizaciones e institutos de salud, tanto a nivel local como nacional, que decir del mundial, digno ejemplo de la globalización, en el sentido estricto (globo) de la palabra.

30.27, índice de masa corporal con el que inició su lunes, dejando de lado el tazón con cereal, las dos barras de tocino, los huevos completos, las tres tortillas de maíz y el pan de dulce.

30.27, la corporalidad que lo acompañó mientras bebía el licuado verde, escuchaba a Serrat en los altavoces de su sala-comedor y daba mordiscos apáticos al sándwich de atún, aceitunas verdes, mayonesa, jitomate y pizcas de mostaza, solo la necesaria para quitar la insípida sensación de las papilas gustativas.

29.65 como cifra que recompensó su esfuerzo el siguiente lunes, dos kilos menos a cuestas, cinco cifras más a su nivel de motivación, los cuadros que clasifican el resultado de peso y talla al cuadrado ya no lo ubican en obesidad, es un simpático hombre posmoderno que danza alegremente en el ancho mar del sobrepeso, con cientos de miles más que le acompañan cada día, en todo rincón de las ciudades del país de gran parte del mundo.

28.4, indicio claro de que ha dejado en el camino seis mil gramos de su persona, las caminatas por la tarde comienzan al fin a dar resultados visibles, el té verde en lugar del refresco de cola ha hecho lo propio, las botanas saludables como esos plátanos deshidratados y las manzanas en su portafolio rinden al fin frutos a su esfuerzo. No se ha pesado en lunes por la mañana, decidió hacerlo en domingo en una de las tantas basculas de la plaza comercial, fue así como quiso recibir la sorpresa obvia, como premio a su disciplina dará tarjetazos para adquirir tres camisas y dos pantalones, la segunda prenda es la que requiere renovación urgente, incluso el cinturón parece necesitar mas agujeros, ya no aprieta como es debido al cuerpo cada día más esbelto, por no decir menos vasto.


27.3, cifra marcada por la pantalla digital, luz de fondo color azul, números parecidos al de un reloj despertador y una calculadora, medían la velocidad a la que iba el auto que lo embistió, cayó sobre la acera dándose fulminante golpe en la región occipital; camisa, pantalón y cinturón nuevo enfundan su cuerpo muerto, era el primer día que salía al trabajo en bicicleta, la caminata parecía no ayudar ya lo suficiente.

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